Símbolo de la Astronomía Inca |
Los
Incas constituyeron un estado centralizado situado en América del Sur, el
último y más avanzado de los denominados “imperios” precolombinos. A su
territorio se le denominó Tahuantinsuyo (del quechua Tawantin Suyu «las cuatro
regiones o divisiones»). Su periodo de mayor esplendor en la zona andina fue
entre los siglos XV y XVI, coincidiendo con el apogeo de la civilización inca,
llegando a abarcar cerca de 2 millones de km2 entre el océano Pacífico y la
selva amazónica, desde cerca de San Juan de Pasto al norte y hasta el río Maule
en el sur. Así, se convirtió en el estado más extenso de la América
precolombina.
El
Imperio de las Cuatro Partes se crearía con mucho esfuerzo a partir del reinado
del Inca Viracocha, octavo sucesor del creador de la dinastía y fundador de
Cusco, Manco Capac. Su hijo Pachacutec (1438-1471) sometería el altiplano pero
el verdadero creador del imperio sería Tupac Inca Yupanqui (1471-1493) quien
llevaría a los ejércitos incas desde el Ecuador hasta el Río Maipú en Chile,
expansión que cubriría más de 35º de latitud. A él se debe la división del
estado en cuatro distritos administrativos o suyus que darían su nombre al
imperio: el Collasuyu, hacia el sudeste, poblado por quechuas y aimarás, en el
que se encontraba el sagrado Lago Titicaca y la ciudad de donde surgieron Inti
y Mama Quilla, Tihuanacu; el Cuntisuyu, hacia el sudoeste, que incluía las
regiones pobladas por algunas de las culturas más antiguas del Perú, como la de
Paracas o la de Nazca; el Chinchasuyu, hacia el noroeste, siguiendo la costa,
incluía las tierras conquistadas del Imperio Chimú y los lugares sagrados de
Pachacamac o Chavín de Huantar y, finalmente, el Antisuyu, hacia el noreste, en
los valles del sagrado Río Vilcanota o Urumbamba — donde se hallaba la fuerza
del Imperio y donde se produciría la última resistencia — que se expandía hasta
las lindes de la selva amazónica.
ASTRONOMÍA INCA
El
Imperio Inca se puede considerar, por extensión geográfica, el imperio más
representativo de América del Sur. Además fue uno los pueblos precolombinos que
más tiempo dedicó al estudio del cielo.
El
firmamento del hemisferio Sur es alucinante y hermoso. El esplendor de la Vía
Láctea y de sus dos galaxias satélite, las Nubes de Magallanes, hacen del cielo
en el hemisferio sur un espectáculo grandioso. Esto mismo debieron de pensar
los antiguos pobladores del Imperio Inca, que al igual que las antiguas
civilizaciones del Mediterráneo (griegos, egipcios, romanos…) vieron en
esos puntos brillantes en el cielo, conjuntos de estrellas que se pueden
agrupar e identificar como “constelaciones”. Así por ejemplo, la Vía Láctea fue
para ellos el gran Rio Mayu, tan brillante que sus zonas oscuras resaltaban claramente
sobre las zonas adyacentes pobladas de estrellas.
Por
ejemplo el “saco de carbón”, una región especialmente oscura muy cercana a la
prodigiosa Chakana, la Cruz del Sur, era conocido como Yutu, la Perdíz, nombre
que también recibía otra región similar en Sagitario. La región de nubes
oscuras comprendida entre Sagitario y Centauro era, y sigue siendo, la Llama
Celeste cuyos ojos refulgen en las brillantes Alfa y Beta del Centauro.
Hanp’ata, el Sapo y Machacuay, la Serpiente, ocupan las zonas de la Vía Láctea
cercanas al Navío Argos. Pero dos de las agrupaciones más importantes eran los
llamados como Collca, el Almacén. Uno de ellos, el menos importante, formado
por las estrellas del aguijón del Escorpión, y el otro, infinitamente más
importante era el nombre inca de las Pleyades, pues Collca era y es, el
referente central del calendario del altiplano peruano, y en su doble faceta
invernal y estival era uno de los referentes cosmológicos más importantes del
Imperio de las Cuatro Partes, el Tahuantinsuyu.
, cuya
disposición implicaba alineamientos topográficos o astronómicos, que definían
en el valle un total de unas 328 huacas, o lugares sagrados, que cumplían
funciones rituales y políticas. Entre ellos se encontraban las llamadas
sucancas, que determinaban los puntos de salida y puesta del Sol en los
solsticios de Junio y Diciembre — un caso especial era la huaca Quincalla –,
las salidas y puesta del Sol en el día de su paso cenital o las posiciones de
salida y puesta de las Pléyades, entre otros. La salida de las Pléyades era
especialmente significativa hacia el 1500 ya que el orto heliaco (primera
aparición de un astro sobre el horizonte oriental tras su periodo de
invisibilidad), el 13 o 14 de Mayo juliano, era usado como referencia
calendárica.
Podemos
destacar algunos términos que hacen referencia a elementos, edificaciones o
lugares de interés, que se encuentran repartidos en varios lugares del antiguo
Imperio Inca, como son:
- Quipus: Sistema de cuerdas anudadas que servían para la administración del Imperio, pero que también fueron utilizadas en apariencia para llevar cuentas astronómicas, ya fuera con fines calendáricos o predictivos.
- Intihuatanas: Del quechua: inti watana, “(lugar) donde se amarra al Sol”. Se trata de esculturas monolítica labrada en piedra, de dimensiones variables pero en torno a 1 a 2 metros de altura y 2 metros de diámetro.
- Huacas: Según la tradición precolombina, las huacas eran elementos que poseen personalidad propia (una construcción, una montaña, una escultura, etc.) y forman parte de los panteones locales de las culturas incaica y preincaicas del Perú antiguo, junto con las demás divinidades andinas “mayores”, como Wiracocha o Pachacamac.
Casi la
totalidad de las ceremonias en el imperio, tenían como protagonista a un objeto
celeste y básicamente, el Sol.
A finales del
siglo XV, Pachacuti Inca Yupanqui, noveno inca reinante, mandó a construir templos para la veneración del
Sol, a lo largo y ancho del imperio.
Las actividades
más conocidas eran Inti Raymi y Capac Raymi, los Solsticios de Verano e Invierno, respectivamente.
Si este
calendario sideral-lunar es cierto, los ciclos de tiempo inca también estaban
determinados por la visibilidad del conglomerado de estrella “Las
Pléyades”, ya que la resta entre el año solar y el año
sideral-lunar (365-328) arroja el valor de 37 días, exactamente los días en que
este cúmulo estelar abierto no es observable desde Cusco. De manera distinta a otras culturas en el mundo, los Incas asociaron
estrellas y la morfología del Ecuador galáctico a su cosmovisión. En este
sentido, el popularSaco de Carbón; especie de zona oscura en el Ecuador
de la galaxia, observable desde el Hemisferio Sur, constituía La Perdiz (Yutu). La franja oscura situada entre la estrella Sirio, del Can Mayor y la
Cruz del Sur, recibía el nombre de La Serpiente (Machacuay) y la Llama (Yacana), poseía un largo cuello que terminada en sus dos ojos, las
estrellas Alpha y Beta Centauri. Todavía no existe una explicación satisfactoria sobre
los Intihuatanas (“donde está amarrado el Sol” en
Quechua) una especie de monolito de piedra, levantados en algunas poblaciones
como Pisac y Machu Pichu.
MITOLOGÍA INCA
La mitología incaica es el universo de leyendas y memoria
colectiva del Imperio de los Hijos del Sol que tuvo lugar en los actuales territorios de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, incorporando en primera instancia
de manera sistemática los territorios de la sierra central
de Perú hacia
el norte. La mitología Inca tuvo éxito por la influencia política,
comercial y militar antes de la conquista de los territorios al sur y norte del Cuzco que más tarde emprendiera el naciente imperio. El
pensamiento de la identidad de los pueblos quechuas en el Perú y Bolivia y los quichuas (kichwa)
en el Ecuador, comparten esta percepción espacial y religiosa que los une por
su deidad más significativa como el dios sol Inti.
La mitología inca estaba formada por una serie de leyendas y mitos de esta etnia, que sustentó la
religión panteísta del Imperio inca, centralizada en Cusco.
A sus dioses,
el pueblo inca les rendía culto, al igual que en otras religiones. Algunos
nombres de dioses se repetían o eran llamados de igual forma en distintas
provincias del pueblo inca. Más tarde todos estos dioses se unificaron y
formaron el que se denomina verdadero panteón inca de divinidades.
Lo aplicado por la cosmogonía inca
en el ámbito de las creencias debe ser considerado como uno de los instrumentos
más importantes utilizados en el proceso de la formación de su imperio a
la par de las transformaciones económicas, sociales y de la administración.
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ResponderEliminarEstos al igual que las culturas de occidente se interesaron mucho por ahondar en la astronomía aunque desde otro punto de la tierra tenían en común la búsqueda de estrellas lejanas, de conocer la vía láctea y de asignarle nombres a los diferentes eventos que observaban, en cuanto a su mitología está claro que eran panteístas pero su dios principal pues evidentemente era el sol.
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